Hola que tal, me llamo Luz y soy neurótica.
Deseo compartir mi experiencia con el fantasma de las enfermedades terminales en mi vida.
En mi caso personal en mi familia no ha habido una enfermedad terminal, sin embargo, me tocó ver a mi amiga de la infancia padecer del cáncer en una pompita.
Ella se llamaba Laura. Muy bonita, quien en un viaje con su esposo a la playa, se cayó y se golpeó muy fuerte su pompa izquierda. A raíz de ese golpe en noviembre de 2009, le diagnosticaron cáncer en febrero de 2010. Yo fui a Guadalajara a visitar a mi familia y la hermana de esta amiguita fue a avisarnos de su enfermedad y que ella necesitaba que se le rezara porque estaba con una gran fe en disposición del poder superior. Mi hermana milita ampliamente en la iglesia pero no estaba, así que yo acudí a visitarla. Estuvimos orando por ella con toda la fe que me dio mi ser superior. Ella confiaba en que la enfermedad no le iba a ganar. Sin embargo, el mes de mayo de 2010 a los tres meses de su diagnóstico falleció. Yo le llamaba por teleféfono durante su enfermedad, pero ella estaba sedada con morfina y ya no puede platicar con ella. Sin embargo, mi amiga, su hermana, le comentaba que yo la llamaba. Ella estaba conciente de esto pues cuando murió, yo la soñé que se iba al mar en un bikini amarillo. Entonces yo no sabía que le gustaba mucho el mar, ni sabía que estaba muerta. Ella en sus últimos momentos, creo que recordó a sus amigos y creo profundamente que vino a despedirse de mi. Yo vivo en una ciudad con playa. Su esposo me dijo cuando le llamé para darle el pésame que a ella le gustaba mucho el mar.

Hay enfermedades terminales que no son de reposo relativo o absoluto, como los aneurismas. Mi madre, que en gloria esté, fue diagnosticada con un aneurisma en su arteria aorta a la altura del estómago, que era como una pelotota que desentonaba con una manguerita delgada. Mi mami bonita tenía entonces 75 años y le dijeron que podía operarse para que le pusieran un pedazo de arteria y no se le fuera la sangre a ese globo extraño de la arteria. Ella no quiso porque implicaba tres meses de postración para recuperarse. Cuando quiso hacerlo ya tenía 78 años y le dijo el médico que ya no se podía. Que solo estaba ya sujeta a lo que el poder superior quisiera, pues la artería estaba tan inflada que podía rompérsele de un momento a otro. Que no se agachara, que no hiciera esfuerzos pesados, que no se parara hasta media hora después de comer. Ella retaba todo el tiempo a esa enfermedad. Hacía todo lo contrario. Se agachaba bien rápido como diciendo.. ya ven no me pasó nada y así lo hizo hasta el último de sus días.

hermana Yo quise irme a estar con ella y dejar mi ciudad, pero me sugirieron que no lo hiciera. Mi la mayor, lloraba y vivía angustiada pensando que mi madre podría morirse de un momento a otro. Yo tenía miedo cuando sonaba el teléfono de que la llamada fuera para avisarme que mi mami ya se había ido. Unos cuantos días antes que ella muriera, yo iba a ir allá de vacaciones, pero tuve visita y me vi obligada a atenderlos. Por tres días ya no me fui a Guadalajara, así que mi madre, decidió venir a verme. Mi hermano me llamó el sábado 18 de agosto de 2007 para avisarme que mi mami quería venirme a ver y quedamos que me avisaban en qué camión venían para ir por ellos a la central. El domingo 19 de agosto de 2007 como a las 9 de la mañana sonó el teléfono y yo muy contenta contesté pensando que era mi hermano para avisarme a que hora salían. Pero era mi hermana con voz llorosa que me dijo que mi madre.. mi madre.. solo eso me decía.. que ella ya no estaba con nosotros..

El fantasma del aneurisma no nos dejó en paz desde que le dijeron a mi madre que su tiempo dependía de una fecha incierta; ella por eso se paseaba cuanto podía.. era muy andariega.. ese día que falleció.. se quedó ahí su maletita con su ropita de playa. Ese fantasma del aneurisma nunca llegó compañeros. Mi madre murió finalmente por una consecuencia del tabaquismo, pues tenía muy cerrados sus pulmones y se ahogaba solo de estar de pie y aun así caminaba. Así de muchas eran sus ganitas de vivir. Se dijo que murió de un infarto. Mi padre la quiso levantar para ir a la iglesia y ella no le contestó… ya estaba muerta. Mi hermano el que la iba a traer a mi casa le habló y él notó que ya no reaccionaba. Finalmente fue un infarto.
Sin embargo, puedo compartirles que el fantasma de las enfermedades terminales, en este caso el aneurisma, nos sigue como una sombra, como efectivamente lo es, como un fantasma que nos atormenta con el miedo de perder a ese ser amado. Yo así lo viví, así lo vivieron mis hermanos en su mayoría, pero no siempre se nos aparece, nos persigue pero no acaba de llegar. Asi lo vivi yo y asi se los comparto.
Gracias por la tolerancia y gracias al grupo por regalarme este servicio.

Serenas 24.
Me llamo Luz y soy neurótica